Carrie Bradshaw y el arte de elegir bien
¿Acaso entre fantasmas queremos pisarnos las sábanas?
Cuando la amada, odiada, pero jamás ignorada Carrie Bradshaw se mudó a Nueva York estaba tan quebrada que algunas noches en vez de comprar comida elegía una edición de la Biblia de la moda, léase Vogue, para llevarla a su casa con mucha ilu. ¿Por distraída? Nahhh la blonda aseguró orgullosísima que cada página la alimentaba mucho más que cualquier pizza por one dólar. ¿Prioridades en la vida? Nada que agregar señora Jueza.
No estoy hablando de un TCA, claro que no, solo me refiero a la claridad con la que podemos entender la cuna (y los objetivos) de la heroína del sexo en la gran manzana. Carrie no era una aristócrata como Charlotte que muy fresca dirigía una de las galerías más nariz parada del East Village o una aguerrida abogada de toga Harvard como Miranda y menos una empresaria de las relaciones públicas que curaba quién entraba o quién no al círculo más exclusivo del planeta, sí, hablo de la número uno Sam Jones.
Carrie escribe y firma una columna semanal en el diario The New York Star. Es verdad que sus textos se transformaron en un libro que abrió un nuevo escenario de publicaciones que la llevaron a profundizar en el storytelling de su vida y facturar, claro. Pero tenemos que hablar claro: los gustos de la escritora no podían ser sostenidos por su pluma. ¡Lamento quitarles la ilusión!
Y acá es donde nos metemos en la selva de prejuicios y bueno, sí. Carrie era una adicta a la moda, vivía para el lookeo, para el postureo, vivía para las semanas del alto fashion, su estrategia era presumir de día, de noche y sin mucho sonrojo invertir en etiquetas de lujo para cualquier ocasión. Carrie vio cómo su tarjeta era rechazada una y otra vez hasta que llegó el momento que ninguna chica quiere enfrentar: necesitás plata y la tenés todita en tu vestidor ¡La mujer que vive en sus zapatos! Esa misma. A Carrie los bancos no la tenían como candidata para ningún crédito, imaginen la debacle de sus cuentas. Y obvio que la renta controlada fue su salvación hasta que su amado departamento se puso en venta y todo fue bronca y dolor. ¿Y qué pasó? ¿Se mudó fuera de Manhattan? Nahhhh lo compró, pero porque su amiga C fue al rescate.
Carrie vivía en la burbuja del tarjeteo y show de la high, pero de paparula no tenía nada. Fantasiosa sí, paparula no.
Entonces apareció en su vida el hombre que Sam llamó ¨el próximo Donald Trump¨ en plan multimillopetrodolars y bueno, qué decirles. Carrie se enamoró del señoro sexy atrevido, un plan que incluía su fabuloso estilo de vida con chofer, mega piso, bisnes internacionales y alta sociedad the realness.
Carrie fue constante y le sostuvo la vela como una reina durante todas las temporadas y las películas y si hubiesen hecho una obra de teatro pues también. Constancia, foco, objetivos claros, pam, pim, pum. Oficial o amante. Todo valió.
Love and dolars MIVIDA.
Se dice por ahí que Carrie eligió mal, que el mejor para ella era Aidan Shaw, un próspero y fachero dieñador de muebles. ¿Pero era suficiente para la experta en sexo y compras? Es que bueno, aceptemos: Carrie comía Vogue y Aidan era un hippie con prepaga. Todo bien para un tiempitooo y luego ¡no sos vos soy yo! Del resto de los candidatos mejor no aclaramos porque oscurecemos.
¿Cómo vamos a criticar a Carrie por elegir con el corazón y el bolsillo? ¿Cómo vamos a criticar a Carrie si solo quería vestir con etiquetas de diseño? ¿Cómo vamos a criticar a Carrie si por cada almuerzo con amigas pagaba un PBI? ¿Cómo vamos a criticar a Carrie por decorar su casa con lo último en interiorismo? Y todo solventado con honorarios de escritora. Repito, todo sostenido con su pluma. Qué vamos, con estrategia se puede vivir de escribir, ¡pero comprar un bolso Prada todas las semanasssss only con regalías???? In this economy???? Solo nos pido un poco de realismo, no del mágico.
Y con esto no digo que todo el sufrimiento fue parte de una estrategia para tener la black ilimitada, no, no, no, no. El amor por Big fue real. También quería escribir. Carrie solo quería escribir y escribir contra viento y marea. Y escribir requiere tiempo, espacio, inspiración, tiempo, tiempo, tiempo, terapias varias para no dejar de escribir, tiempo, tiempo, salud física y mental, tiempo. Algo incompatible con salir corriendo para ver cómo se pagan los excéntricos lujos adquiridos. Porque para Carrie la moda era un lugar de expresión y su letra preferida era M de Manolos. Carrie podía dejar de comer, pero no abandonar la vida que quería tener.
¨Cómo pago todo¨ dijo Oriana Junco y nos conquistó para siempre. En un mundo de desigualdad no todo son mariposas en la panza. Carrie usó con inteligencia su capital erótico, cultural, social y simbólico para construir la vida que siempre quiso. Sí, Carrie ganó con Big, también perdió. Pero la que esté libre de contradicciones (y necesidades) que tire la primera piedra.
XOXO